Plante un árbol
Padre Hugo Tagle @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Plantar un árbol debería ser parte del currículo escolar. Tiene un efecto pedagógico importante: ver crecer la vida, lenta y silenciosa. Ayuda a combatir la ansiedad en este siglo de incertidumbres y exceso de apuros; a tomar conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, su fragilidad y necesidad de atención permanente. Se sensibiliza ante los bienes colectivos, plazas, parques y calles, sobre todo entre los más pobres y vulnerables. La diferencia en la calidad y cantidad de áreas verdes entre zonas ricas y pobres es escandalosa.
Ayuda, por último, a salir de sí y pensar en los demás, ya que con seguridad no disfrutaremos de toda su belleza y frutos. "Cuando un hombre planta árboles bajo los cuales sabe muy bien que nunca se sentará, ha empezado a descubrir el significado de la vida".
Entre lo más destacable de la pasada COP26 –que comenzó bastante deslavada y tímida - sobresale el compromiso de un centenar de líderes mundiales de países que representan el 85% de los bosques del planeta para "detener y revertir la deforestación y degradación de la Tierra" para 2030. Lo destaco por ser una fecha cercana, no como otras que apuntan a un futuro nebuloso, casi para desligarse de la responsabilidad que implica asumir un compromiso real.
Aquí, el dato está a la vuelta de la esquina y resulta tan dramático como concreto. A diferencia de cumbres anteriores, ahora se aterrizan las acciones para salvar el planeta en medidas que impacten en forma inmediata sobre el medio ambiente y con ello su vida, buen lector, y la de sus hijos.
Lo de la reforestación no es nuevo. Ya existen varias iniciativas, públicas y privadas, en esa línea. Sumados, casi dos millones de árboles deberían haberse plantado en Chile en los últimos años. Y, la verdad, ni se nota. A pesar de los esfuerzos, todo número queda chico o, al revés, muestra un desafío grave y aún pendiente.
Otras medidas acordadas van en la misma dirección. Desde mayores esfuerzos por reemplazar los hidrocarburos, utilización de energías renovables, uso inteligente del agua y de sus residuos, a reciclaje de la basura y reducción del gas metano.
Lamentablemente, abundan la desconfianza y recelo ante estas medidas. Pareciera que muchos tiraron la toalla y prefieren que "la naturaleza haga lo suyo". Pero todo indica que, sin medidas conscientes y consistentes, el futuro será café oscuro. Sólo cabe mirar con esperanza el futuro, no hay alternativa. Y hacer propias las palabras de Martin Luther King: "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol".